LITERATURA INFANTIL

          Ilustraciones de cuentos para niños.
Los niños que se acercan por primera vez a un libro no tienen todavía una capacidad de discernimiento que les permita ir más allá de los conceptos más sencillos. Por eso los libros dirigidos a ellos incluyen imágenes que les sirven de apoyo para comprender el texto, y a la vez los ayuden a interesarse en lo que sigue.
A pesar de lo anterior, mientras algunos estudios previenen sobre el carácter distractorio de las imágenes respecto al texto, otros dan cuenta del esfuerzo de interpretación que traen consigo éstas, lo que contribuye al desarrollo cognitivo del niño.
Bernardita Muñoz, psicóloga educacional y autora de varios libros infantiles (entre ellos La Niña Ballena, que le valió el premio internacional Jaime Coba), no menosprecia las imágenes, ni cree que el texto con imágenes tenga que ser para niños más chicos, ”todo depende –dice– de la función que cumpla en el relato”. De acuerdo a la relación texto imagen, la autora distingue tres tipos de libros infantiles: los libros álbum, en los que la imagen y el texto se complementan para contar la historia, (la imagen cuenta una historia complementaria o paralela pero no funciona sin las palabras); los libros ilustrados, donde las imágenes son accesorias y el texto funciona perfectamente sin ellas; y los libros mudos, que sólo constan de ilustraciones o secuencias de imágenes que van contando una historia sin palabras.
La posibilidad de entregar una doble lectura es lo que seduce a Leslie Leppe, quien es autora de “Vicenta media pez” y “Ojos” (ambos en ediciones EDEPÉ), entre otros. “Las imágenes te dan una historia paralela –dice– que debe ser decodificada por el niño”. Así, las ilustraciones de los libros van conformando buena parte del imaginario temprano de los niños y estos manifiestan mucho interés en ellas, de acuerdo a la experiencia de Leslie: “cada vez que hago un taller en un colegio me preguntan cómo hice los dibujos”, agrega. Se puede profundizar en la historia con colores y formas.
Texto e ilustración no deben ni pueden ser lo mismo en opinión de Fernanda Piderit, sino que el predominio de uno u otro está supeditado a otros factores. Una ilustración que 'es lo mismo' que el texto no cumple su papel, y se vuelve un adorno prescindible. “Eso es, justamente, lo que nunca quisiera hacer”, explica. Fernanda ha escrito entre otros, los libros “La mamá cuelgalotodo”, “Zampabollos y Tragaollas” y “Buscando a Dominga” (RecreaLibros).
Reuniendo escritura e ilustración se obtiene una historia mucho más completa, pero no obstante, las creaciones de Fernanda pueden surgir y desarrollarse a partir de una idea en palabras o en imágenes, sin que medie una decisión a priori: “depende de cómo concibo el libro. Algunos surgen de una o varias imágenes y se transforman en pura visualidad en donde el texto puede incluso no existir y si existe, es breve pero conciso. Otros libros surgen de una frase o de una experiencia que me resulta más atractivo verbalizar que ilustrar y, entonces, resultan en cuentos o novelas ilustradas, donde la ilustración juega un papel secundario, pero no menos importante”.

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